1. Rasgos del contexto
La humanidad ha invertido muchas energías y tiempo en la búsqueda de su pleno desarrollo. Paradójicamente, esto ha supuesto infinitos enfrentamientos físicos e ideológicos entre distintos pueblos y sectores sociales y, muchas veces, una mala relación con el entorno natural. Intereses diversos se ponen de manifiesto en estas pugnas; revelando, también, las debilidades propias del ser humano que en su mayoría aspira vivir en un ámbito seguro, democrático y justo.
En esta búsqueda incesante de una mejor calidad de vida, la educación es una mediación importante para que los individuos avancen en el ejercicio de la ciudadanía. Los procesos formativos, sobre todo en el ámbito escolar, proporcionan las herramientas necesarias para interpretar el mundo y, de alguna manera, apropiarse de él. Pero es necesario que dichos procesos sean abordados desde una perspectiva crítica, en la que los sujetos sean protagonistas de sus propios aprendizajes.
El cimiento para desarrollar procesos educativos en la línea indicada está en la alfabetización.
No es una casualidad que ésta se haya convertido en el principal problema educativo de América Latina. Al margen de la injusticia que constituye la limitada cobertura de los sistemas educativos de la región, el conflicto se plantea en cómo abordar con éxito el aprendizaje de la lectoescritura en un contexto de marginalidad y exclusión. La preocupación se fundamenta en el hecho de que aproximadamente el 40% de los niños y las niñas que incursionan en la escuela, repiten el primer grado por su escaso desarrollo en la lectura y la escritura.
Con razón los expertos en el área plantean como primera estrategia educativa para la región, que la lectura y la escritura sean priorizadas en las políticas educativas de cada país, de manera que constituyan el eje del aprendizaje en los primeros grados de escolarización. Sin embargo, no basta con priorizarlas si no se cuenta con el enfoque y las herramientas metodológicas adecuadas para abordarlas de tal forma que produzcan los frutos esperados.
Se reconoce que en la crisis de la educación, un componente importante es la precaria situación económica y formativa de los maestros y las maestras. De ahí, el surgimiento de iniciativas para desarrollar procesos de capacitación de formadores que buscan actualizarlos en las nuevas orientaciones educativas. Para llevar a cabo dichos procesos se requiere la producción de nuevos materiales que sirvan de soporte al estudio capaz de conducir hacia una práctica de calidad.
Por lo dicho anteriormente es que resulta de gran valor la aparición del libro de Ancell Scheker «EL ENFOQUE CONSTRUCTIVISTA EN EL APRENDIZAJE INICIAL DE LA LENGUA ESCRITA». Su lectura llena de aliento en medio de la crisis que vive la escuela en América Latina y la entrada a la etapa final, en la República Dominicana, del famoso Plan Decenal de Educación. Este no ha contado con una suficiente producción de materiales actualizados y mucho menos con la aplicación de los pocos con que contamos. Al parecer, la obra anteriormente señalada viene a llenar un vacío muy grande en el proceso de transformación curricular, pues aborda un tema sumamente sensible en el magisterio nacional.
2. Las concepciones
Como lo indica el título del libro, su contenido está marcado por la perspectiva constructivista del aprendizaje. De ahí, el que la autora pretenda: «hacer reflexionar sobre lo que hemos hecho, inquietar y reconsiderar, radicalmente, las creencias prácticas tradicionales acerca de lo que ha sido el proceso de enseñar y aprender leer y escribir». En consecuencia, esta obra no es recomendada para quienes buscan un método al cual aferrarse y tres técnicas que se apliquen como varitas mágicas ante los problemas cotidianos del aprendizaje. Lo que hallaremos en él será un planteamiento crítico del aprendizaje de la lengua, centrado en el sujeto que va construyendo su conocimiento en procesos interactivos.
Ancell nos pasea, brevemente, por las teorías constructivistas del conocimiento y la aplicación que varios expertos han hecho de ellas. Destaca los planteamientos fundamentales de Piaget y Vygotsky, desde la importancia que tiene para el conocimiento la relación sujeto-objeto hasta la valoración de los procesos sociohistóricos en el desarrollo del lenguaje. Luego, nos coloca frente a un replanteamiento de las nociones de lectura y escritura. Aquí la pelea está en si tanto la lectura como la escritura son simples técnicas que aprendemos para comprender significados y dibujar signos respectivamente o si son mucho más que eso: procesos globales de construcción de sentido en los cuales intervienen la experiencia propia del sujeto, el contexto intra y extratextual, además un claro referente de un interlocutor que pretende decimos algo o viceversa.
Estas últimas orientaciones, que de alguna manera se pueden respirar a lo largo de todo el texto, nos sirven para tomar con pinzas las definiciones de lectura que ella misma nos ofrece como aceptables, pues parecen tener un enfoque más psicologicista que lingüístico propiamente dicho. Nos parece que resultan limitadas en su concepción, contrastando con la propuesta general que nos presenta la propia autora, veamos: La lectura implica el reconocimiento de símbolos impresos o escritos que sirven como estímulo para evocar significaciones construidas a través de experiencias pasadas.» «Leer es comprender significados en una cadena lingüística escrita; es acceder al significado del lenguaje escrito».
Podríamos entrar en un análisis más pormenorizado de estas definiciones, pero ese no es el objeto central de estas notas, además de que ellas no restan valor a la obra en cuestión. Si bien las definiciones proyectan una determinada orientación, la propuesta de Ancell no queda atrapada en ellas.
3. El eterno conflicto de los métodos
Este capítulo es fundamental en el libro, no sólo por lo apasionante que resulta a maestros y maestras sino por lo esclarecedor de los planteamientos. La autora presenta una reseña del surgimiento de cada uno de los métodos, los describe con mucha propiedad, para luego exponer las respectivas criticas existentes sobre ellos. Lo importante es que no deja al lector en el vacío, pues como era de esperarse señala
algunas vías de salida de este laberinto, las cuales consideramos muy acertadas.
Claro que todo esto deviene en un gran desafío para quienes tienen la histórica responsabilidad de educar, sobre todo porque supone una confrontación reflexiva ante la propia experiencia. Se trata de una mirada crítica de las estrategias que se ponen en juego en la cotidianidad del proceso de aprendizaje de la lengua.
4. Una experiencia en Santo Domingo
Como esta obra de Ancell es el resultado de un trabajo de tesis, no podían faltar los indicadores de éxito de la experiencia que la autora desarrolló en Santo Domingo. La base del proceso tenía las orientaciones constructivistas del aprendizaje que ella trataba de validar con un grupo de niños y niñas de preescolar (situación ideal no comparable con los 35 o 40 participantes en cualquier curso de una escuela del sector público), lo que de ninguna manera le resta mérito.
Entre los rasgos sobresalientes que se pueden inferir en estas experiencias, desloamos:
• Autonomía y respeto entre los agentes del proceso educativos.
• Relaciones dialógicas y participativas, como una mediación clave.
• La valoración de proceso en la construcción de conocimientos.
• Estrategias actualizadas para abordar el aprendizaje de la lengua escrita.
Cada uno de los aspectos señalados es documentado con abundante información, destacando, la investigadora, los indicadores y el nivel de progreso del grupo durante el curso. El balance es favorable, llevándola la confirmación de los postulados:
a) «Se puede afirmar con seguridad que el niño y la niña asimilan o comprenden la lectura y la escritura en un proceso de construcción de conocimiento que se realiza a partir de la interacción con el lenguaje escrito y con los demás”.
b) “Es perfectamente posible inculcar en el principiante, que se lee en busca de significados, que se escribe en busca de la expresión de significados, y de que la lengua escrita es fuente de comunicación e información valiosa y de placer estético».
Sin lugar a dudas, este libro trasciende los linderos de la lectoescritura, por ello debería ser objeto de estudio de todas las personas que desarrollan procese educativos en distintos ámbitos sociales. Es esta una obra esclarecedora y desafiante, que responde a los cambios fundamentales señalados por Jostte Jolibet:
• en la concepción del aprendizaje
• en la concepción de los niños y de sus posibilidades
• en la concepción del lenguaje en general y del lenguaje escrito en particular
• en la concepción de lo que es leer
• en la concepción del rol del docente.
Solo queda esperar el buen aprovechamiento de esta valiosa obra, para avanzar seriamente en el verdadero mejoramiento de la educación dominicana.
* Publicado en el Anuario Pedagógico 2: 157-162 (1999). Centro Cultural Poveda, Santo Domingo.