El laureado cantante Fernando Casado (1) narra con destreza cómo surgió una de las canciones mejor logradas en la República Dominicana: Una primavera para el Mundo. Al respecto, el cantante Fernando Casado narra con destreza cómo surgió dicha canción. Casado habla del sueño del maestro Rafael Solano con la música, de cómo este lo llamó de madrugada para enseñarle la melodía de un proyecto de canción que él debía interpretar en un evento en España. También cuenta de la convocación temprana al poeta René del Risco para que aportara las letras a aquella inspiración musical dada por Morfeo.
René del Risco Rafael Solano Fernando Casado
Lo cierto es que estos tres dominicanos nos legaron una canción emblemática, de carácter profético, esperanzador, festivo, que pasó desapercibida para los movimientos políticos y sociales en esos convulsos primeros años de la década del 70 del siglo pasado. Esto se debió quizás a que la misma proyecta ese aire de festival tan de moda en esa época, lo que contrastaba con el contexto de confrontación entre actores radicalizados. Por un lado, un gobierno impuesto, fraudulento, con fuerzas represivas y paramilitares en las calles; y, por otro lado, fuerzas de izquierda resistiendo con el dolor de vivir nuevamente el fracaso de la restitución de la Constitución democrática de 1963 con la ejecución de Manolo Tavárez y sus compañeros, la revolución truncada de 1965, la ejecución de su líder Francisco Alberto Caamaño en 1973 y la salida del Partido Revolucionario Dominicano de su líder fundador: el profesor Juan Bosch.
Desde la resistencia al régimen se promovía un canto frontal, de denuncia. En el evento internacional 7 Días con el Pueblo (1974) se cantó por la libertad de los presos políticos. Así, canciones con lenguaje directo y orquestación sencilla dominaron la popularidad de aquellos años, entre ellas: Obrero acepta mi mano, de Luis Días; Francisco Alberto, caramba, de Chico González; y Las casas de cartón, de Alí Primera.
A principios de los años 70, René del Risco, el poeta que había enfrentado a la dictadura, hecho preso, torturado y perseguido, le puso letras a la música soñada por el maestro Solano y formuló un mensaje en una estructura de pareado, escrito en segunda persona, con lo cual buscaba, empatía, sutil interpelación y, a la vez, brindar certeza, a través de la fuerza pragmática del enunciado. Al mismo tiempo, lanzaba una invitación a integrarse a la búsqueda de un mundo mejor, a transitar por un camino infinito, pero claro:
“Ven que contigo quiero comenzar un sueño que no acabará
No, no temas al tiempo que la luz del cielo no se apagará”.
El poeta habla de perder el miedo, cosa comprensible en aquel contexto de oscuridad de la postguerra, debido a un régimen sangriento. No se debe temer, porque juntos, con la emoción más importante del ser humano, el amor, en el centro de la acción, celebraremos lo nuevo, decía. Así, igualmente, invita a constituir un nosotros para conocer y celebrar un nuevo paradigma de vida simbolizado en sol, en el que las piedras, duras y frías, mutarán a flores:
“Voy a enseñarte lo hermoso que es el amor
Cada piedra será una flor, cantaremos a un nuevo sol”.
Insiste el poeta en la idea de cambio de vida, ahora evocando esa intuición que tanto fomentó la izquierda en América Latina: la transformación política y social es “irreversible”, la opresión será cosa del pasado. Y en la República Dominicana, el pueblo en armas que enfrentó al ejército golpista y al de los Estados Unidos, con sus 42,000 marines, es un signo esperanzador. Del Risco lo sabía, porque formó parte del gobierno constitucionalista, que resistió ante la invasión, encabezado por Francisco Alberto Caamaño. Por lo tanto, hay signos de cambio, por lo que debe reinar la alegría en medio de aquella atmósfera de derrota:
“No, ya no hay sendas que puedan volver atrás, atrás
La alegría de un mundo mejor vendrá, vendrá”.
De lo anterior, se puede inferir que, dicho en lenguaje llano, la dictadura ha quedado atrás, el cambio no lo detiene nadie. Pero lo cierto es que el carácter festivo de la canción es desbordante, al insistir avanzar unidos e impulsados por el amor. Se trata de una manifestación de optimismo que entusiasma en medio de aquél período de los 12 años caracterizado por la represión y el asesinato indiscriminado de jóvenes, todo lo cual será superado al caminar juntos con alegría y amor:
“Dar sonriendo la mano y seguir, seguir, seguir
Gloria y fiesta es la vida cuando hay amor, amor”.
El poeta reitera la invitación directa a su interlocutor a ver e integrarse al cambio, que él presiente, simbolizado en el amanecer y en la primavera que lo abarcará todo:
“Ven levanta tus ojos a los cielos rojos del amanecer
Hoy que en la tierra entera una primavera puede florecer”.
La alegría es contagiosa, desbordante por la vida que se avecina de confraternidad. El poeta sugiere al destinatario fluir con su entorno y convertirse en protagonista en ese nuevo escenario, que ya se dijo está marcado por la primavera:
“Deja que el viento se encienda con tu rubor
Pinta al mundo con tu color y cantemos a un nuevo sol”.
Y para que no haya dudas, también reitera que esta adversidad vivida será superada y una vida mejor llegará marcada por la alegría, el cambio se avecina:
“No, ya no hay sendas que puedan volver atrás, atrás
La alegría de un mundo mejor vendrá, vendrá”.
La canción cierra repitiendo un pareado con un mensaje de evidente carga festiva, en el cual sugiere avanzar, celebrar, amar, para así, con el arreglo musical como complemento, brindar un final que provoca una gran conmoción en los sentidos.
“Dar sonriendo la mano y seguir, seguir, seguir
Gloria y fiesta es la vida cuando hay amor, amor”.
De manera que esta canción, como bien señalara el poeta Tony Raful , constituye “un nuevo himno a la alegría”. Raful hace referencia al cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven que incluye un fragmento del poema Oda a la alegría escrito en 1785 por Friedrich von Schiller, justo en el advenimiento de la vida republicana y que luego, inspirara al roquero español Miguel Ríos a escribir su popular Himno a la alegría en 1969, alcanzando fama mundial un año después. Se dice que en principio el poema de Schiller era una oda a la libertad. Asimismo, se sabe que Beethoven no ocultaba su simpatía con la Revolución francesa y su espíritu encarnado en libertad, igualdad y fraternidad. Por lo tanto, el Himno a la alegría es un canto a la liberta, de ruptura con la monarquía, de anuncio y bienvenida a una nueva época.
Para concluir, solo resta escuchar y apreciar la calidad musical, poética e interpretativa de la primera versión de esta canción:
Notas:
- Casado, F. (28 de noviembre, 2015). “Una primavera para el mundo”. Periódico Hoy. Recuperado de http://hoy.com.do/una-primavera-para-el-mundo/
- Raful, T. (1 de noviembre, 2016). “Los cielos rojos del amanecer…”. Listín Diario. Recuperado de https://listindiario.com/puntos-de-vista/2016/11/01/441379/los-cielos-rojos-del-amanecer–