Los artistas no siempre son quienes mejor interpretan, valoran y analizan su obra. Sin embargo, sus planteamientos respecto a su oficio son dignos de ponderación. Por ello, intentamos escudriñar en lo que una muestra de representativos cantautores se han expresado, en un momento dado de la vida, sobre las canciones como fruto de su creación. A continuación planteamos seis ideas síntesis sobre la relación autor, obra y contexto, extraídas de un conjunto de cantautores relevantes y de los cuales hemos incluido citas en recuadros a lo largo del presente trabajos.
La calidad literaria y musical. Una de las ideas más coincidentes es aquella en la que primero se reivindica la calidad literaria de la canción como género, lo cual necesariamente incluye el mensaje, pero ajustado a dicha condición artística. Incluso, algunos cantautores plantean que el texto debe acomodarse a la música y aluden al espíritu lírico de sus creaciones. Por ejemplo, Chico Buarque expresa: “Las letras son importantes, aunque en mi caso están siempre al servicio de la música”. Mercedes Sosa coincide con Buarque al plantear: “Elijo por la música. Lo más importante es la música. Después, a veces la música tiene buenos textos, pero es muy difícil que yo cante un gran texto, sino tiene una buena música”. Mientras Caetano Veloso, evidentemente, lo dice con otras palabras: “Las canciones tienen importancia si son relevantes como canciones». Por su parte, Joan Manuel Serrat, con sutileza y modestia, señala: “Hay un tipo de canción, digamos más épica o más de combate, que yo no he sabido hacer, no me ha salido nunca…» Algo parecido expresa Manu Chao al argumentar que ninguna de su música es panfletaria. Pero es Bob Dylan quien habla con firmeza de carácter, aludiendo a cierto lirismo: “Lo que más puedo esperar es cantar lo que pienso, y quizás evocar algo en los demás. No me insultes diciéndome que soy una persona con mensaje. Mis canciones no son más que un diálogo conmigo mismo”. Sin embargo, es Joaquín Sabina, en un intento de cerrar la discusión, quien lo plantea más directamente y dice: “El compromiso del artista es con las canciones, con la calidad de las canciones”.
Cantautores ciudadanos. Otra idea coincidente entre una serie de artistas es la de que el sujeto cantautor también busca ser coherente en su vida cotidiana, como ciudadano, con lo que expresa en sus canciones, asumiendo corresponsabilidades en determinadas causas, compromiso político. Se trata de una ética de vida en la cual se trasciende el desenfreno en la búsqueda de fama y dinero por medio de un canto con el cual se pretende desenmascarar, complementado con una acción desarrollada más allá de los escenarios. Así lo expresa Violeta Parra: “Yo canto a la chillaneja / si tengo que decir algo, / y no tomo la guitarra / por conseguir un aplauso. / Yo canto la diferencia / que hay de lo cierto a lo falso. / De lo contrario no canto”. Esta ética del cantautor, John Lenno la valora al abordar cómo se fue transformando su propia postura: “En los viejos tiempos, no nos importaban mucho las letras mientras que la canción tuviera un tema, ella te ama, él la ama, todos se aman mutuamente. Buscábamos el enganche y el sonido. Esa todavía es mi actitud, pero no puedo dejar las letras solas. Tengo que darles sentido, fuera de las canciones propiamente dichas”. Esta responsabilidad ciudadana es también indicada por Serrat cuando plantea: “Soy fruto del tiempo y del mundo que me ha tocado vivir, y siempre me he sentido ligado a los acontecimientos sociales y políticos, convencido de que el hombre es el protagonista de su destino». Asimismo, Sabina precisa: “… el artista es un ciudadano y yo como ciudadano tengo mi compromiso que incluye la política». De igual manera, Alí Primera, afirma: “Cantar por la vida significa un compromiso. Un compromiso poniendo esa vida en juego […] significa tener una conducta que apoya la canción, no que la diluya, no que la ponga en contradicción”. En este sentido, Atahualpa Yupanqui es contundente cuando afirma: “… mal se pueden cantar canciones con sentido social, si en el fondo de su alma o en la conducta diaria no hace más que hacerse mantener por una vieja rica o tener un Mercedes”.
Cantautores y relatos cotidianos. Una idea clave es la que refiere que la canción logra tocar múltiples dimensiones del ser al vehicular relatos de la vida cotidiana que nos provocan, incluyendo crónicas sociopolíticas. Con ella se puede trascender los canales oficiales de difusión, por lo que también constituye y promueve una resistencia cultural ante los patrones de conducta predominantes. Así lo expresa Bob Marley: “Es necesario entender las letras, su profundo significado. Esta es la música del tercer mundo, una bendición, es la noticia cantada, la que no se enseña en la escuela”. En este sentido, Nina Simone considera que es un deber del artista dar cuenta de la realidad de su entorno y lo expresa de esta manera: “¿Cómo puedes ser artista y no reflejar el tiempo en el que vives? Es mi tarea contar lo que pasa. No hay elección”. Mientras que Pablo Milanés plantea el abanico de posibilidades de abordaje de lo cotidiano: “Trato de reflejar, como hice siempre, lo cotidiano de la vida. El amor, el desamor, el desengaño, la alegría, la tristeza, la preocupación social. Uno, como ser humano, no puede alejarse de ninguno de esos temas y todo eso trato de transmitirlo a través de las canciones”. Este señalamiento conecta con el de Tite Curet Alonso cuando desde una perspectiva cultural redimensiona y amplía el concepto de canción social al afirmar que: “Canción social es también un tema amoroso que descubra el conflicto de los sentimientos en una sociedad que nos castra para amar, o por lo menos lo intenta.” Joan Báez realiza un señalamiento similar cuando dice: “Una canción que no sea política puede ser tan importante para el espíritu como una que sí lo sea. Y la música romántica es particularmente necesaria para entender el mundo».
El canto movilizador por una causa. Una idea fuerza entre cantautores es también la que considera que desde el canto explícitamente se asume e impulsa la lucha por la justicia, la igualdad, en contexto de pobreza y exclusión. Además de que através del mismo, y lo que representa el propio cantautor, se promueve una causa política. Es decir, están conscientes del poder del discurso sobre la conducta de las personas. Por lo tanto, las canciones pueden generar conciencia y motivar los movimientos sociales para que actúen de cara a mejorar la situación. Así desde esta perspectiva, se considera que las canciones pueden aportar tanto a las transformaciones sociales como a las personales. En este orden, Fela Kuti plantea lo que considera es el rol de la música en su contexto: “En cuanto a África la música no puede ser para entretenerse, debe ser para revolución, realmente caminar con las personas, acompañarlas, cumplir su deber reclamando las artes, haciendo algo de resistencia”. En esta línea de pensamiento, Miriam Makeva dice: “Desde mi posición de cantante he luchado por la justicia y la igualdad. Nunca me he considerado activista política. Canto y hablo sobre verdades.” Mientras que Silvio Rodríguez muestra pasión por el canto y claridad de lo que promueve a través del mismo: “Yo canto por goce por conciencia. O sea, que disfruto cantando lo que invento […] Pero yo soy un hombre con una visión del mundo, un hombre que ha tomado partido. De lo que resulta que estoy invitando a todos a sumarse a mi bando, que es el bando de la Revolución y la belleza”. Ahora bien, René Pérez, de una manera muy optimista, es preciso al afirmar: “Mis letras sirven igual que puede servir un documental, un libro, una obra de teatro o una película. El objetivo es concienciar a la gente y, al mismo tiempo, conectar con el mundo que tiene ganas de que las cosas mejoren”. Por su lado, Pedro Guerra pondera los límites y dice: “La música no transforma nada, pero ayuda bastante no solo en transformaciones sociales, sino en transformaciones de la misma persona”. Angélique Kidjo tiene una opinión parecida, cuando plantea sobre el rol de los artistas: “Los artistas no podemos decirle a la gente qué es lo que debe hacer, eso depende de cada quien, pero con las canciones sí podemos tocar su sensibilidad para reflexionar al respecto”.
El público resignifica la canción. Otra idea interesante es la que reconoce la facultad de quienes reciben el mensaje, con quienes se busca empatía, de resignificar la creación literaria a partir de su propios referentes, más allá de la autopercepción e intención de su autor. Peter Seeger recurre a la parábola bíblica del sembrador, para hablar de la relación entre el autor, su obra y el público: “Yo me veo como ese agricultor del que habló Cristo que ha puesto semillas aquí y allá. Por eso es difícil definir la canción protesta. Unas semillas crecen brevemente y mueren rápido y otras permanecen. Las canciones son así: a veces algunas se interpretan de forma literal incluso si su autor no lo siente así”. De igual manera, Bob Dylan dice: “Si una canción te mueve, eso es todo lo que importa. No tengo que saber lo que significa una canción. He escrito todo tipo de cosas en mis canciones. Y no voy a preocuparme por eso, lo que significa todo”. Desde hace mucho tiempo ha quedado claro en las disciplinas lingüísticas que ningún interlocutor o destinatario es un agente pasivo en la escucha, pues como ser pensante con una historia de vida le atribuye sentido a lo que recibe y, mucho más, si se trata de una obra con cualidades poética.
Música y canto como subjetividad universal. Una idea más, es la que refiere que la música y el canto tienen un misterio espiritual que les permite trascender las barreras culturales. Esto sirve de base a Rubén Blades para realizar un planteamiento trascendente con ribetes filosóficos: “La música es un argumento espiritual cuyo inicio y/o efecto no entendemos aún. Lo cierto es que el mundo entero reacciona visceralmente ante la música, incluso si no entendemos la letra por no conocer el idioma […] Eso permite que la música sea un vehículo internacional, en cuya entraña ciudadanos del mundo se encuentran y se multiplican en los sonidos que escuchan, sin división o fronteras, sin distinciones raciales o geográficas, uniendo a los seres de la Creación en un solo espíritu que representa la razón del Universo mismo”. Cercano a este señalamiento, Juan Luis Guerra confiesa que aborda las canciones sociales desde una perspectiva esperanzadora, por lo que al plantear los problemas se auxilia del humor como técnica a la vez que sugiere que los mismos pueden tener solución. Así lo expresa: “Me gusta plantear una situación, pero también dejar la fe de que pueda solucionarse. Uso mucho el humor en temas sociales, principalmente usando frases propias dominicanas, que saben llevar el problema con una sonrisa”.
Esto es solo una muestra del pensamiento y obra de cantautores relevantes de distintas culturas y épocas.