Como humanidad estamos siendo impactados por los efectos de nuestros propios actos, sobre todo en los ámbitos sociopolítico, científico-técnico y sociocultural, los cuales se retroalimentan entre sí. Transitamos un gran momento de cambios planetarios de carácter geológico y climático, acelerado por la acción humana.
Se trata de transformaciones que desafían nuestra comprensión, como el desarrollo de la capacidad autodestructiva a escala mundial; el desvanecimiento de la privacidad, tanto porque la exponemos como porque nos espían en el ciberespacio; los avances científicos que impactan nuestra concepción sobre la sexualidad y la reproducción de la vida; el abandono de patrones de convivencia y ritualidades que nos han acompañado desde la Modernidad; la relativización de posturas existenciales que acrecientan abismos entre una generación y otra; la tensión y la violencia generadas por polarizaciones políticas, ideológicas y visiones culturales, entre otros aspectos relevantes que marcan tendencias de la vida actual.
La precipitación de todo esto en un lapso de tiempo breve genera incertidumbre, desconcierto, resistencia y confrontaciones no siempre bien llevadas. Por ello hemos escogido plantear cuatro ideas que, a nuestro juicio, constituyen desafíos para el impulso de una educación humanizadora en el presente.
Lo primero a considerar aquí es el fortalecimiento de ideas conservadoras en distintos ámbitos de la vida. Vemos cómo crece el desprecio por la democracia, mientras toma auge el autoritarismo personalista y la negación de la otra persona como legítima en la sociedad. Y aunque siempre ha habido proyectos políticos conservadores, cuando sus posturas políticas, económicas y socioculturales ganan terreno en el cuerpo social, la situación se agrava. Como nunca antes se potencia el individualismo, al tiempo que los espacios organizativos tienden a ser fluctuantes con inclinación a actuar por oleada, aun sin ser haters. En la gente se reduce la vocación de permanencia o militancia en estructuras acorazadas de normativas. Esto genera tensión entre las organizaciones y los individuos, pues la primera tiende a desterritorializar su estructura y acciones perdiendo sentido comunitario, mientras los segundos, consideran rígida la organización estructurada como la conocíamos hasta ahora, por lo que dicha modalidad ha ido perdiendo sentido.
La desigualdad y la exclusión aumentan en medio de regímenes democráticos en los cuales se ha puesto el énfasis en “mejorar” procedimientos electorales en el marco de una globalización que ha potenciado el consumismo en todos los órdenes sobrellevado por la universalización de la ley del mercado. Lo cierto es que se acrecienta la desigualdad. Ya no sorprende la noticia de que una sola persona pierda más de 165 mil millones de dólares en un año y aún le quede más de esa cantidad en su patrimonio. Es evidente que la compra y acumulación de bienes y servicios de manera compulsiva, el individualismo y la crisis de representación domina la vida.
Estos planteamientos arrojan desafíos para el desarrollo de una educación humanizadora, entre los cuales señalamos: a) Incidir en el cambio del foco educativo orientado en la práctica solo hacia la productividad económica y no hacia la formación integral del ser humano; b) Potenciar la formación de ciudadanía crítica, corresponsable, que se pregunte por lo humano y la posibilidad de proyectos que encarnen el bien común. En el caso dominicano, tendríamos que reivindicar, en la práctica, los fines establecidos en la Ley de Educación 66-97; c) Explicitar en los procesos de aprendizaje los valores de la vida humana en relación corresponsable con su entorno social y natural.
Lo segundo a plantear como desafíos para una educación humanizadora en el presente, es lo concerniente a la globalización y la revolución digital y su impacto en nuestra vida cotidiana. En este sentido, es claro que vivimos un proceso de atomización de la comunicación y la información catapultado por el internet y la presencia de plataformas digitales, entre ellas páginas web, blogs, Instagram, Facebook, Tik tok, Youtube, WhatsApp, Twitter, Spotify, Zoom y Streaming. A esto se suman los evidentes avances relativos a la inteligencia artificial.
A pesar de la desigualdad y la exclusión en nuestras sociedades, potencialmente cada ser humano puede tener su propio perfil en el ciberespacio. El uso de estas plataformas, sustentadas en el internet, ha impactado la vida humana en todas sus dimensiones, de manera tal que el ocio está siendo absorbido por el entretenimiento y lo placentero en el ecosistema digital, incluso atentando contra el rendimiento laboral. Esto agudiza y genera distracción y déficit de atención en la convivencia. Estamos siendo inducidos a una nueva adicción. ¿Cuántas veces al día vemos algo en el celular? Un dispositivo que también nos facilita la comunicación y el trabajo. De manera que todo esto repercute en el comportamiento, en los procesos educativos, incluso el libro ha perdido relevancia en la formación y vida de las personas. Emerge una nueva manera de ver el mundo y vivir en él.
Es tanta la información y el entretenimiento disponible que se ha modificado el abordaje de la lectura, la escritura y sus formatos. Nos hallamos en la época del texto breve, lo audiovisual y la escritura cocreada, lo que tiene serias repercusiones en los procesos de aprendizaje. Ya nuestros jóvenes piden a una aplicación disponible y gratuita, sustentada en inteligencia artificial, que les escriba textos con una u otra intención comunicativa y los obtienen al instante. Así, solo terminan siendo especialistas en usar una herramienta que recopila y organiza información disponible de manera rápida. ¿Qué implicaciones tiene esto para los procesos educativos en las escuelas, las universidades y el desarrollo del intelecto?
Ante esta realidad, identificamos algunos desafíos para una educación humanizadora: a) Necesidad de poner los procesos educativos a tono con las nuevas capacidades cognitivas de los nativos digitales, quienes desde muy pequeños juegan con los teléfonos de sus padres, además de desarrollar tendencia a hacia la multitarea; b) Innovar las estrategias pedagógicas en las distintas áreas de conocimiento desde una perspectiva más integral y transdisciplinaria, para que respondan a la realidad y las necesidades de los estudiantes del siglo XXI; c) Propiciar el desarrollo de capacidades en los estudiantes, para que puedan interactuar críticamente en y con el ecosistema digital; d) Cómo abordar los procesos de lectura, escritura y generación de pensamiento crítico en una época de toma de caminos cortos ante la primera y cocreación de la segunda, con el auxilio de inteligencia artificial.
Lo tercero que hoy desafía a una educación humanizadora es que el tiempo se ha abreviado ante expectativas de la vida. Como se ha dicho, “el presente es solo un instante”: Las metas personales y el bienestar individual y familiar deben lograrse aquí y ahora a toda costa. Por lo tanto, hay que conseguir dinero rápido y en grandes cantidades. Los valores humanos conocidos, aquí no cuentan. Sin embargo, tenemos sistemas educativos dilatados, que pretenden formar para la inserción de las personas a la vida social y productiva después de dos décadas. Esta situación a los adolescentes y jóvenes ahora les parece una eternidad. Hoy la urgencia y la ansiedad dominan la actuación humana. No tenemos claro el camino a seguir, solo intuiciones y necesidad de búsqueda.
En este sentido, entre los desafíos para la educación humanizadora, destacamos: a) Cómo asumir desde los sistemas educativos, los diseños curriculares y la cotidianidad de las escuelas que la noción de tiempo cambió en la vida humana; b) Cómo abordar la dimensión ética desde la cotidianidad de las personas, para que puedan reencauzar su horizonte de vida en un contexto que tiene al lucro como valor; c) Repensar la gestión de los centros educativos y de los procesos de construcción de conocimientos en las aulas a partir de esta nueva realidad.
Lo cuarto y último a plantear que supone un desafío para una educación humanizadora es el modelo de desarrollo sustentado en la depredación del medio ambiente. Se asume que todo lo que existe debe estar al servicio del ser humano y no se concibe la humanidad como parte de un todo más complejo que debe ser valorado y respetado también desde el desarrollo de una conciencia espiritual que trascienda las religiones. Por ello se aceleran y agravan los efectos del cambio climático. Nuevamente, la ambición de lucro marca la pauta.
Entonces, como desafíos para la educación humanizadora tenemos: a) Generar procesos reflexivos que nos reconecten como ser humano con nuestro entorno natural local y global; b) Repensar la misión y el proyecto del centro educativo, a partir de la realidad de su entorno social y natural, pues la escuela implica algo más que una infraestructura en un territorio; c) Promover una ética centrada en el respeto a la vida, la justicia, la empatía, y no en el lucro y el placer; d) Enfatizar la realización de proyectos pedagógicos que trasciendan los ejercicios de aula y propicien una mirada y una acción colectiva multinivel a escala local, regional, nacional y planetaria. Se trata de crecer en la comprensión y el ejercicio de una ciudadanía corresponsable.
En síntesis, estamos ente el reto de analizar el contexto en sentido amplio y los perfiles de las nuevas generaciones. Así podremos descubrir cuáles aspectos del modelo educativo vigente se han ido agotando. Esto requiere de búsqueda y reflexión académica sustentadas en lo que pasa en la cotidianidad de las aulas, en la burocracia del sistema y en la vida en sociedad, para así poder recrear el sistema educativo pedagógicamente en su sentido y pertinencia. Por lo tanto, es una tarea que implica tensión con los poderes e interese nacionales e internacionales, voluntad política para la generación de espacios de diálogo que permitan aproximaciones a las nuevas realidades, identificar las necesidades de cambio en la formación humana de este siglo que avanza a contrapelo de nuestra voluntad.
De manera que, si bien es fundamental que los docentes puedan innovar y ensayar nuevos abordajes ante los desafíos del contexto, no menos cierto es que los cambios operados en el mundo en las últimas décadas demandan progresivas revisiones y transformaciones en el conjunto del sistema educativo: sus fines, estructura, sentido y concepción metodológica de las áreas de conocimiento, gestión general y perfiles de personal. Las instituciones de educación superior, los académicos, los gestores y los educadores tenemos aquí un amplio ámbito para la investigación, el debate y la generación de propuestas. De lo que se trata es de aportar frente a los desafíos de la formación humana en una nueva época.