Poesías

Teatralidad

No hay sendero dibujado en el fango.
Huellas sobre huellas se hunden en la
ruta que resbala del pudor.
Crece el fango, se hace pantano y nos volvemos fieras.
Sobrevivimos humillando la memoria descalza
de los muertos, los nuestros,
esos que nos miran como flamantes dioses,
gourmet, alimentados de baba y estiércol.

La trampa

La descubrí, de pie, entre la gente, como suspendida en el aire. Me miraba con su ceñido vestido blanco y escote de ombligo. Me miraba y se tocaba los pechos, provocativa, me miraba e intentaba seducirme. Esa mujer gravita entre los hombres como una homicida. Su cuerpo emborracha, su silueta se desdobla en el cristal y estalla a mundo lascivo. De repente, me levanto y sin volver la mirada, me marcho deprisa, dejándola abandonada en su inútil intento de póster Givenchy.

Como el río

Me eché andar con un canto dormido en la memoria.
Llevaba una flor en los labios,
callando el silencio que gritaba mi nostalgia.
Iba sobre mi sombra al horizonte,
mordiendo palabras, emociones y llanto.
Iba con la certidumbre de que, no volvería atrás,
como el río siempre imposible de alcanzar.

Cristal de luz

Sangra la noche.
Lejos se acongoja el alba
allá donde blancas orquídeas
flotando han ido al mar.
Ausente el festejo, van muriendo colores, sueños,
certezas de la piel en el deseo.
Es pesado mi aliento como soplo de cuervo
y desde la espera no tengo paz,
solo una esperanza.

Retorno de las olas

Conmoción y dilema en el vaivén de las olas.
Súbito abandono que dejó dormida la ilusión
sin palabras ni presencia en el tiempo,
sin rumbo fijo para un dolor de mundo en precipicio.
Sabios pasos de redención,
pero imposible de avanzar sobre las aguas,
donde los milagros evaporan su virtud.
Conmoción y dilema en el retorno de las olas
cuando no puedo contener el llanto
a la orilla del mar.

Malecón

He vuelto en la ola de los años,
al origen de la ciudad y la infancia
de sueños y deseos bajo los almendros.
Contingencias de amor, esencias de mares,
desfiles de carnavales, gestas heroicas
y escaramuzas patrióticas.
Allí, ofertas ambulantes han perdido la edad
y la brisa como si una mujer desnuda
me abrazara entre la gente.

En la costa

El mar no sugiere pensar,
sino que sus olas se avalanchan contra la roca
en el horizonte, donde un faro incesante
espera mi embarcación,
mientras sigo sin descubrir
el misterio de los almendros,
de las palmeras y de tu partida.

Amenaza

Veo colinas,
gente de un lado a otro sin aspavientos
con siete sabios en la mochila,
sus manos juntas sobre el fuego,
el vino derramado en las palabras
y los árboles arrojando sombra al paladar.
Oigo campanas de fe,
mientras persiste la amenaza de un beso
que no alcanza para olvidar que te extraño.

Quédate

Quédate y presiente el invierno adormecido por los siglos,
la muerte de tus latidos perdidos en la oscuridad.
Aguarda, aunque la mañana quede tendida en el asfalto,
no importa si el mar pierde su color y la tarde caiga como bruma
sobre las almas sin nombre de la ciudad.
Aunque la noche doblegue su aroma en madrugada
y la incertidumbre del silencio domine el amanecer,
quédate a dibujar los días con su misterio y su coraje
hasta el fin.

Escorpión de Botero

Enigma del zodíaco, atrevimiento del deseo,
fidelidad de noviembre en el silencio del agua.
Ola y arrecife durante y después de la tormenta.
Fuerza, iniciativa, desquite, acertijo de la entrega,
impacto del cielo en el corazón:
escorpión de Botero atravesando mi vida.