Los pilares del discurso presidencial de Medina

«La emoción fundamental que nos dio origen tuvo que haber sido el amor. Pienso que el amor es la noción que funda lo social. Debo aclarar que uso la noción de relaciones sociales de manera restringida, pues pienso que relaciones sociales son solamente aquéllas que se fundan en el amor, es decir aquéllas en las que el otro surge como legítimo otro en la convivencia con uno».
Humberto Maturana
La Democracia es una Obra de Arte

Un discurso es portador de una intencionalidad y una carga de sentido capaces de establecer un vínculo cognitivo con un destinatario con el que se comparte una situación de comunicación. Respecto al discurso pronunciado por el presidente de la República Lic. Danilo Medina, en la toma de posesión, hay un consenso de que fue muy bueno y esperanzador y no pocas personas humedecieron sus ojos mientras lo escuchaban. Desde nuestro punto de vista, este consenso y la empatía lograda se deben a que el mismo está sustentado en tres pilares articulados de manera integral en su abordaje. Estos pilares son:

  1. La Agenda – Programa de Gobierno. Este primer pilar podría afirmarse que es el central y el más visible y comentado hasta ahora. En el discurso el Presidente reivindica la Constitución de la República y la Estrategia Nacional de Desarrollo como horizonte de dicho programa de gobierno para los próximos 4 años. Y como se ha dicho, el discurso en cuestión tiene un gran énfasis en lo social, por lo que se plantea asumir un modelo de desarrollo que permita reducir “la desigualdad, la pobreza, la exclusión social y mejorar la calidad de vida de toda la ciudadanía”. En este eje se centran las prioridades de las ejecutorias, para lo cual propone iniciar por el establecimiento de un gran Pacto Social.
    De ahí que el Presidente señale la necesidad de reactivar el Consejo Económico y Social y reestructurar el Gabinete Social, además del establecimiento de un conjunto de iniciativas y programas como “Quisqueya sin Miseria”, uno de alfabetización, una dinámica de generación de empleos, así como la reorganización de dependencias públicas que desarrollan iniciativas de protección y asistencia social. En fin, la agenda de trabajo es amplia con un marcado acento en la inclusión social. Este núcleo del discurso
    responde a las necesidades y demandas acumuladas, por lo que genera expectativas en los distintos sectores sociales.

  1. La Fuerza del Ejemplo. Este segundo pilar, en el desarrollo del discurso, se convierte en un eje transversal capaz de generar certeza y confianza en la ciudadanía. Por ello el Presidente de la República afirma “La historia de los pueblos y de las naciones se construye con grandes ejemplos”. Y luego, plantea que antes de convocar a concertar el gran Pacto Social hay que dar ejemplo ante la sociedad. Asimismo, afirma que “En la familia, en las relaciones humanas y en la política el ejemplo es el acta de fe fundamental”. La recurrencia a la fuerza del testimonio de vida marca el discurso, así precisa que “El ejemplo organiza la energía social y activa el compromiso de los ciudadanos. El ejemplo consolida la íntima conciencia social y alerta a los deshonestos y venales de que no existen actos sin consecuencias”.
    Como fruto de esta visión de la vida, privada y pública, el nuevo Presidente llega a ponerse en juego al plantear -y luego realizar- que los funcionarios que nombrará firmarán un Código de Ética, pero que el primero en suscribirlo será él. Por tanto, se advierte un profundo sentido de compromiso ético que busca coherenciar discurso y práctica, elementos tradicionalmente frágiles en la cultura política. Consciente de que hay una confianza lacerada en la ciudadanía respecto a sus autoridades, enfatiza que “Estoy decidido a hacer de la inversión pública un pilar del desarrollo, además de un ejemplo de transparencia y eficiencia”. Y no conforme con lo dicho, sentencia: “… desde ahora, hablarán los hechos”.

  1. La Emoción y la Razón. El tercer pilar, igual que el anterior, también se convierte en un eje transversal en el discurso del presidente Danilo Medina. En él se articula la emoción más importante de los humanos, el amor, con la razón del estadista, lo cual por la transversalidad en su abordaje es una gran novedad en nuestro contexto. Esto se pone de manifiesto en la entrada misma del discurso cuando afirmar que es “Con el corazón lleno de júbilo y el alma llena de coraje y firmeza, que me comprometo a entregar lo mejor de mí”. Este equilibrio entre emoción y razón es precisado de la siguiente manera: “Yo que siempre he sido un jefe de familia amantísimo, pero exigente, seré un jefe de Estado firme, austero, pero amoroso. Amoroso con los buenos, los honestos y los humildes. Implacable con los deshonestos, los oportunistas, y los soberbios”. Y más adelante precisa: “No voy a negociar con la mediocridad, no voy a negociar con los deshonestos, no voy a negociar con el desgano”. La sensibilidad que en la campaña presidencial del año 2000 lo llevó a realizar un spot publicitario con la frase que a muchos nos pareció ingenua y un poco cursi “lo llevo en el corazón”, es la que ahora logró la identificación de los destinatarios con el expositor.
    La invocación e identificación con el amor, en ocasiones metaforizado en corazón es permanente en el discurso de toma de posesión de Danilo Medina. En referencia a Dios plantea: “Pedirle que me mantenga siempre en el camino de la justicia, del amor de la humildad, de la compasión y del equilibrio”. Así, en una articulación de los últimos dos pilares, que se convierten en ejes transversales, llega a señalar que “El amor a la Patria, que late en todos nuestros corazones, lo transformaremos en el amor de los Hechos”. Es esta sensibilidad articuladora la que lo conduce a plantear a las mujeres: “Ustedes, mujeres de nuestra Patria, saben bien que tengo un inmenso agradecimiento en mi corazón y un compromiso inquebrantable”. Mientras que en torno a los envejecientes afirma: “Una sociedad con valores, una sociedad que ama y respeta a cada hombre y mujer de esta Patria no puede condenar a la indigencia y al desamparo, a sus envejecientes”.
    La constancia de esta emoción latente también se pone de manifiesto al referirse a la población. Es el amor la emoción que parece mover la razón y actuación del Sr. Presidente de la República. De ahí la sentencia: “La educación es un llamado del corazón” evocando así el pensamiento de educadores latinoamericanos de talla universal como Pedro Henríquez Ureña cunando dijo: “La educación no es sólo obra de la voluntad en calculado ejercicio frente al medio exterior, sino que en ella intervienen elementos psicológicos imprevisibles. Uno sobre todo: el amor…” y Paulo Freire cuando afirmó que: “La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor”.
    Igualmente, hace un planteamiento que evidencia una intencionalidad de la orientación de su gobierno: “Por eso, voy a gobernar para nuestra gente, con el oído siempre puesto en el corazón del pueblo, y colocando a las personas en el centro de todas las políticas”. También afirma que “El pueblo dominicano me ha dado una gran responsabilidad. La responsabilidad de dar respuesta al deseo de cambio y de renovación, que late en sus corazones”. Y con aliento poético expresa su deseo: “Yo quiero pintar una sonrisa de felicidad, surgida desde lo más profundo de sus corazones”. Además, reafirma que “La fuerza, el empuje y la determinación que da el amor, es lo que hará que, todos unidos y solidarios, triunfemos en esta batalla contra la ignorancia y la formación deficiente. Esto responde a la afirmación de Humberto Maturana de que el amor es la emoción, el dominio de las conductas en las cuales el otro surge como legítimo otro en condiciones seguras.
    En síntesis, los tres pilares reseñados aquí, habría que valorarlos en conjunto como articuladores del discurso y la gestión de gobierno que inicia. Por lo tanto, es también en función de ellos y la realidad del contexto que debemos confrontar y evaluar el desempeño del gobierno y el presidente Danilo Medina.
    Periódico Hoy, 14 de septiembre de 2012.